La educación, la docencia, la investigación, han sido una pasión y un camino de vida. Soy una eterna aprendiz de como estar en el mundo de manera más gentil, más armoniosa, más congruente, y en especial, en el trabajo que hago con estudiantes y maestros del colegio.

Mi formación profesional ha sido un encuentro con increíbles maestros de quienes he aprendido la compasión, la generosidad, la dedicación, la congruencia, así como poner lo mejor de mí, al servicio del otro; en este caso, al servicio de niños y niñas, y por supuesto sus familias. Maestros que me han formado no solo como persona, sino como docente, dándome conocimientos y herramientas didácticas para hacer del aprendizaje un deleite y una manera de relacionarnos con otros y con el mundo.

Saber relacionarlos con vínculos estrechos, involucrados con lo que ocurre en nuestro entorno, es para mí una ruta hacia la paz. Educar con conciencia y asombro es educar para la paz. Paz es ese contento que nos enriquece como seres humanos y construye armonía entre las personas.

Carolina Gómez del Valle, Marion M. Karian, Susana Dultzin, Joe y Claire Bruno, mis maestros de la tradición budista de Shambhala, el abuelo Tatewari, son algunos de esos excepcionales guías que me ayudaron a formar en el enfoque de educación infantil contemplativa. Y alguien muy importante, el Dr. Claudio Naranjo, visionario erudito que trazó un camino para que todo aquel que quiera unirse, y en especial los docentes, logremos transformar la educación de manera que sirva para ir más allá de lo que somos y transformemos este mundo en uno más humano, más armónico, un mundo más bello para vivirlo entre todos.